viernes, 6 de junio de 2003

La promesa de Tamara

Al sentir como deslizaba en su anular una nueva argolla de oro, seis eones después de compartir vida tras vida con él, Tamara recordaría, con pesar, la promesa que le hizo frente a un fuego extinto: te amaré siempre.


Dibujo de Mike Kirby


EL ARCÁNGEL DE LA ESCALINATA


Las nubes bajaron de visita la tarde en que lo vi. Estaba detenido a mitad de la escalera frente al templo, pasmado, como quien durante el ascenso inesperadamente se encuentra con Dios. Sólo el cabello plateado y la túnica blanca se movían con el viento. Una pluma se desprendió de sus alas y pasó junto a mi cara: olía a caramelo. Contemplarlo renovó mi fe perdida; la piel de gallina me delataba. Al pasar junto a él, una mujer dejó caer una moneda en un recipiente. El sonido me sacó del arrobo.
Mimo Arcángel se quitó las alas para recoger su bote, bajó la escalinata y se fue de mi.


Dibujo de Mike Kirby

Fullerías para enamorados

—¿Cómo puedo dejar de amar al hombre de mis oníricas añoranzas? —preguntó la dama.
—Ponle una trampa —sugirió el brujo.
—Seguiré sus instrucciones —dijo mientras esculcaba en su bolsa para sacar papel y pluma.
—No necesitas tomar nota, la cuestión es simple —afirmó el hechicero inclinando el tronco hacia ella y clavando la vista en sus pupilas —abre los ojos durante los sueños.


Dibujo de Mike Kirby

Sociedades que trascienden

—¿Qué haces aquí?— preguntó exaltado.
—Vine para hablar de negocios— respondió con tranquilidad.
—No chingues, tú estás muerto.
—Muerto sí, inactivo no.
—¿Y qué carajos quieres conmigo? Mejor busca un cura.
—Quiero mi parte del botín— dijo metiendo la mano en la caja fuerte, sin abrirla.
—¿Tú dinero? No mames, allá ni te sirve.
—Claro que sí, ya hice un estudio de mercado y quiero contratar un matón.
—¿Para matar a quién?— preguntó nervioso.
—Tranquilízate sólo quiero mudar el negocio para acá, pero necesito, primero, traerte a ti.


Dibujo de Mike Kirby

Que ni la muerte los separe

Estar cerca del árbol la llena de energía. Ahí grabaron un corazón con sus nombres. Pero el Pirú tira mucha basura y Renata barre de prisa porque se siente ansiosa lejos de Antonio. Le gusta sobarle los pies para que se relaje. Después, sentada en la mecedora, con el vaivén arrulla la espera y dormita las deudas de noches en vela. Antonio, su marido, está muy enfermo.

Desde la semana pasada el nieto, que estudia medicina, se mudó a casa de los abuelos. Todos los días, al regresar de la universidad encuentra el patio limpio y un montoncito de hojas en la esquina donde el viento no llega. En la habitación del abuelo observa la huella que deja un trasero en la sobrecama. Entrada la noche escucha el rítmico rechinar de la mecedora. Por eso ya no quiere vivir ahí, dice que, desde que murió la abuela, en esa casa espantan.


Dibujo de Mike Kirby

Un instante de gloria

El edificio dañado por la explosión ha sido reconstruido. El nuevo portero observa que la línea ocho, de la centralita telefónica, está ocupada. No pone demasiada atención porque se sabe solo en las instalaciones y piensa que debe de ser un falso contacto en el conmutador.
Dos pisos arriba un ejecutivo, imperceptible a la visión humana, revive los sucesos una y otra vez:
La llama de fuego penetra por la ventana oriente. Sus compañeros de oficina vuelan desmembrados. La temperatura es muy alta pero él se aferra al teléfono porque, después de tantos años de jugar a la lotería, una voz le dijo que había ganado el premio mayor.

Confirmación de viudez

Me tenía sujeta por la cintura cuando abrí la puerta.
Ambos nos quedamos pasmados al verlo. Everardo y yo
pensábamos que había muerto en la expedición.
Demacrado se sentó en su sitio favorito, frente a la chimenea encendida. Entre escalofríos y palabras cortadas compartimos la cena; él fingía comer.
Pasada la media noche, el horror nos penetró completo, porque a través de su pecho pudimos ver el fuego que se extinguía.

Apodo de mujer

La apodaron Muñeca por su belleza y la hicieron partícipe del juego. Ella desempeñó el papel con temple de porcelana. Cuando sus ojos se volvieron vidriosos y su piel perdió el lustre, la expulsaron del juguetero.


Dibujo de Mike Kirby

martes, 29 de abril de 2003

Clemencia

En múltiples vidas has sido madre, esposa, puta, reina, hija, bruja, amante, gata, hermana y víctima. Yo he sido verdugo, padre, rey, amante, hermano, macho, hijo, padrote, mago, esposo y mastín.
Hoy, por la transmutación de las almas, soy la mujer que escribe estas palabras, y tú, eres mi hombre.


Dibujo de Mike Kirby

Intimidades de una joven rubia

Alicia se encerró en un libro para acariciarse el cuerpo. Su sonrisa nos confirmaba que, gracias a tan pródiga imaginación, ella viviría por siempre en el país de las maravillas.

Carboncillo nudo

Era la primera vez que lo veía. Irrumpió en el taller de desnudo y me besó en plena boca mientras abría mi blusa sin desasir los botones. Acarició mis senos y se detuvo largamente en los pezones. Midió mi cintura, complacido, bajó por la curva del trasero hasta los pies. Pensé que ahí terminaría todo...pero...subió por mis pantorrillas hasta llegar a los muslos. Lo miré con severidad para que se detuviera. Inútil, el tipo era un cínico. Cuando se disponía a quitarme la falda entendí que no podía seguir trazando. Visiblemente nerviosa cerré el estuche de carboncillos y salí de la clase. Es increíble lo que un hombre puede hacer con la mirada.


Dibujo de Mike Kirby