viernes, 6 de junio de 2003

Un instante de gloria

El edificio dañado por la explosión ha sido reconstruido. El nuevo portero observa que la línea ocho, de la centralita telefónica, está ocupada. No pone demasiada atención porque se sabe solo en las instalaciones y piensa que debe de ser un falso contacto en el conmutador.
Dos pisos arriba un ejecutivo, imperceptible a la visión humana, revive los sucesos una y otra vez:
La llama de fuego penetra por la ventana oriente. Sus compañeros de oficina vuelan desmembrados. La temperatura es muy alta pero él se aferra al teléfono porque, después de tantos años de jugar a la lotería, una voz le dijo que había ganado el premio mayor.

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